El presente material de lectura y actividades
corresponde a 5º Año de Historia
.
Actividades: Tras atenta lectura del material
debe contestarse el siguiente cuestionario y completar el cuadro
Entrega: el siguiente trabajo deberá
enviarse al siguiente correo samgh1985@gmail.com, el cual debe
constar de Apellido, nombre y curso
Todos los alumnos deberán tener las actividades en
sus respectivas carpetas
(NOTA: El texto
presente puede seleccionarse y pegarse en Word para comodidad y apropiación del
estudiante)
Profesora Ghersinich Samanta
Actividades:
1. Preguntas de Repaso:
a. ¿Cuál es la situación de Italia
al finalizar la Primera Guerra Mundial?
b. ¿Qué era los Fasci italiani de
combattimento? ¿Qué objetivos tenían? ¿Quiénes los apoyaban?
c. ¿Qué medidas económicas y
políticas adopto Mussolini luego de tomar el poder?
d. ¿Cuáles eran las características
de la República de Weimar en Alemania? ¿Qué sectores sociales la apoyaban?
¿Cuáles no?
e. ¿Cuáles fueron los principales
objetivos el gobierno de Hitler? ¿Cómo los llevó a cabo?
f.
¿En qué consistió la nazificación de la sociedad alemana?
g. ¿Qué es el integrismo católico?
h. ¿Quién tomó el poder por la
Fuerza en España en 1923? ¿Cuáles eran
sus ideas políticas?
i.
¿Cuáles fueron las causas de la Guerra Civil Españolas? ¿Quiénes se
enfrentaron en esta guerra? ¿Cuál fue su desenlace?
j.
¿Cuándo y por qué se conformó la URSS? ¿en qué consistió la NEP?
k. ¿Cuáles fueron las principales
características del gobierno estalinista?
l.
¿Cuál era la política hacia los opositores? ¿Qué eran los gulag u cuál era
su función?
2. Comparación de información: elaborar
un cuadro comparativo con la información leída:
FASCISMO
|
NAZISMO
|
INTEGRISMO CATOLICO
|
COMUNISMO ESTALINISMO
|
|
Líder político
|
||||
País
|
||||
Año de origen
|
||||
Sectores sociales que los
apoyan
|
||||
Sectores sociales que se oponen
|
||||
Medidas contra los opositores
|
||||
Principales ideas políticas
|
3. Elaborar una cronología del
fascismo, nazismo y estalinismo que resuma los principales acontecimiento por
los cuales pudieron instalarse en el poder.
REGIMENES POLITICOS TOTALITARIOS
EN EUROPA
Durante las décadas de 1920 y
1930, en varios países de Europa, se consolidaron regímenes políticos
alternativos a las democracias liberales. En Italia, se instaló el fascismo,
impulsado por Benito Mussolini. En Alemania, surgió el nazismo, a partir de la
acción de Adolf Hitler. En la península ibérica, se impuso el integrismo
católico que, en España, llevo al poder al general Francisco Franco. En Rusia,
con Josef Stalin, se afianzó el comunismo soviético.
A mediados de la década de
1930, la democracia liberal, tanto en la forma de república como de monarquías
constitucionales, basadas en el sistema de sufragio y parlamentos con cargos
electivos, solo tenía presencia en algunos países capitalistas: EEUU, Francia,
Gran Bretaña, Bélgica, Holanda y los Estados escandinavos, entre otros.
La aparición del comunismo
en Rusia, a partir de 1917, con sus expropiaciones de tierras y estatizaciones
de industrias privadas, generó una ola de temor en Occidente, sobre todo entre
las clases propietarias, que favoreció el surgimiento de fórmulas políticas
autoritarias para combatir su difusión. Así, en países como Portugal, Rumania, letonia,
Yugoslavia, Polonia, Grecia y Bulgaria, se impusieron dictaduras conservadoras,
con el apoyo de terratenientes, empresarios, la Iglesia y el Ejército. En
tanto, en Italia, los fascistas lograron alzarse con el poder político y el
gobierno a partir de 1919.
En Alemania, en 1923, los
nazis dieron un golpe de estado fallido; diez años después, accedieron al poder
a través del uso de la fuerza en las calles y la participación en elecciones.
En la península ibérica,
se consolido el integrismo católico, llamado así por promover la integración de
la Iglesia al Estado. Entre 1936 y 1939, tras una feroz guerra civil en España,
se implantó la dictadura del general Franco.
Mientras tanto, en la
URSS, a fines de la década de 1920 y tras una sangrienta guerra civil, Stalin
accedió al poder, lo cual terminó de consolidar el comunismo.
En este marco, al interior
de cada país, las democracias liberales fueron combatidas desde la derecha e
izquierda extremas y, más preocupadas por las crisis económicas-sociales, quedaron
en una posición de debilidad.
A nivel internacional,
esta situación condujo a una estrategia de aislacionismo, en el caso de Estados
Unidos, y de apaciguamiento, en Francia y Gran Bretaña, frente a las
políticas ofensivas de sus opositores ideológicos: fascistas, nazis,
integristas católicos y comunistas.
EL FASCISMO ITALIANO
Italia fue uno de los países vencedores de la Gran
Guerra; sin embargo, el tratado de Versalles no compensó sus reclamos, en especial los territoriales.
Los nacionalistas de derecha culparon por esta situación al gobierno y a los
socialistas. Además, el malestar social se agravó por la crisis económica de
posguerra.
La vida cotidiana era difícil, principalmente para los
sectores desposeídos, como los obreros y campesinos. Los salarios reales de
1918 eran un tercio de los vigentes en 1913.
En 1919, se realizaron 1.800 huelgas, en las cuales
participaron un millón y medio de trabajadores. A su vez, campesinos
hambrientos se adueñaron de propiedades rurales en las afueras de Roma. Un año
después, muchas fábricas que habían sido cerradas por sus propietarios, fueron
ocupadas y puestas en funcionamiento por los obreros.
Los empresarios, terratenientes, sectores medios,
funcionarios estatales, el Ejército y la Iglesia, pensaban que la revolución
comunista era inminente y que el gobierno liberal no estaba capacitado para
neutralizarla.
En ese contexto, Benito Mussolini, político y
militante nacionalista, capitalizó el descontento de la sociedad y, en 1919,
fundó los fasci italiani di combattimenti, grupo armado para combatir a
los partidos de izquierda y detener una eventual revolución. Mussolini buscaba
llegar al gobierno y, para ello, obtuvo apoyo económico y político de la mayor
parte de las clases propietarias, además de la Iglesia y el Ejército. La
violencia fue una de sus tácticas políticas, con numerosos atentados contra los
opositores, que incluyeron el incendio de sus periódicos y sedes partidarias.
Dos años más tarde, Mussolini fundó el Partido
Nacional Fascista. Sus objetivos eran implementar el voto femenino, el
salario mínimo para los obreros, un sistema estatal de seguridad social y un
impuesto a la riqueza; otorgar un mayor poder a las Fuerzas armadas en el
Estado; eliminar a la oposición de izquierda, y sostener una política exterior
expansionista.
En agosto de 1922, los obreros socialistas iniciaron
otra gran huelga contra el gobierno liberal. Frente a ella, los grupos de
combate mantuvieron en actividad el servicio de correos y el transporte público,
lo cual les ganó un mayor apoyo de las clases medias. Poco tiempo después, el
27 de octubre de 1922, para demostrar su fortaleza política, marcharon sobre
Roma.
Hostigado por derecha e izquierda, el gobierno liberal
dimitió y el rey Víctor Manuel III traspasó el gobierno a Mussolini. Sus grupos
de combate recibieron el nombre de camisas negras y, hasta 1925, se
dedicaron a eliminar toda actividad política opositora. Una de sus acciones más
relevantes fue el asesinato del líder socialista Giacomo Mateotti.
Así, con el argumento e evitar una potencial
revolución comunista, los fascistas destruyeron la democracia liberal vigente
en Italia.
El gobierno fascista de Mussolini
En 1925, Mussolini se hizo proclamar Duce,
que significa guía o conductor. Adquirió los cargos de jefe de gobierno, primer
ministro y secretario de Estado.
Desde el 3 de enero de 1926, declaro ilegal toda
actividad política, controló la prensa y prohibió el derecho a huelga. Reformó
el sistema educativo, para inculcar la propaganda del partido oficial entre
niños y jóvenes; además, los maestros de escuela se vieron obligados a vestir
la camisa negra y los profesores universitarios, a jurar fidelidad al régimen.
Desde 1928, la Cámara de Diputados pasó a depender del
Gran Consejo Fascista; en 1939, fue disuelta y sustituida por un órgano
consultativo: la Cámara de los Fasci t de las Corporaciones. Mussolini designó
a fascistas como perfectos en las provincias y como alcaldes en los municipios.
Además, organizó actos políticos masivos, con largos discursos en los cuales
daba cuenta de su poder. No obstante, el poder político del Duce no era total,
ya que figura del rey persistió hasta 1943. Además, la Iglesia conservó un
poder relativo u, en 1929, firmó con Mussolini los Tratados de Letrán, que
reiniciaron las relaciones diplomáticas entre el Vaticano y el estado italiano,
interrumpidas en 1870. Aunque algunos sectores eclesiásticos se oponían, el
Papado apoyó al Duce, ya que la mayor parte de la población era católica y la
lucha contra el comunismo ateo era un objetivo del fascismo. Así, sobre la base
de la identificación estrecha entre el partido fascista y el estado, se
construyó un régimen político casi totalitario. Aunque los monárquicos y
papistas ejercían un cierto contrapeso, los italianos se vieron subordinados en
una comunidad fascista bajo el mando del Duce.
Mussolini también intervino en la economía. Los
propietarios y obreros fueron agrupados en corporaciones, según sus
especialidades o actividades. Bajo estricta supervisión estatal, debían acordar
salarios y condiciones laborales. En el campo, el régimen promovió el
incremento de la producción agrícola, en lo que fue conocido como la batalla
del grano; en las ciudades, incentivó una industrialización concentrada
y protegida frente a la competencia extranjera. Desde comienzo de 1930, orientó
la producción fabril hacia el desarrollo de armamento, caucho sintético y
petróleo, lo cual generó, como contrapartida, el estancamiento de la industria
ligera (alimentaria y textil).
Con estas medidas, Mussolini estuvo en condiciones de
reclamar territorios e iniciar una política exterior expansionista. Entre 1936
y 1936, Italia invadió y ocupó totalmente el país africano de Abisinia (actual
Etiopia) y, luego, pactó con Alemania una alianza militar.
EL NAZISMO ALEMÁN
Finalizada la
Primera Guerra Mundial, el Partido socialdemócrata, de centroizquierda, ganó
las elecciones en la República de Weimar. Debido al complejo escenario político
y económico de la posguerra, el nuevo gobierno pronto se vio debilitado. Además
de las duras cláusulas del Tratado de Versalles, tuvo que enfrentar la invasión
francesa a la rica zona minera del Ruhr y una hiperinflación sin precedentes.
Gracias a los créditos externos, la situación mejoró nutre 1924 y 1932, pero la
Gran Depresión golpeó otra vez al país y, hacia 1932, generó casi seis millones
de desocupados.
La República de Weimar también estaba hostigada por
sectores de la ultraizquierda y de la ultraderecha. En 1919 se produjeron tanto
la llamada revolución espartaquista, como la fundación, en Munich, del Partido
Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores, al cual
se afilió el ex combatiente de la Gran Guerra, Adolf Hitler, quien fue su líder
a partir de 1921.
En 1920, un sector del ejército alemán ocupó Berlín,
con el objetivo de derrocar al gobierno, al cual acusaban de haber claudicado
en Versalles. Sin embargo, una huelga general de los obreros en Berlín y el
Ruhr impidió a los nacionalistas lograr este objetivo.
En 1923, Hitler asalta el poder desde Munich,
utilizando las formaciones paramilitares que había creado. Estas eran conocidas
como camisas
pardas, por el color de sus indumentarias o S.A (sección de asalto). El
intento del golpe de Estado fracasó y Hitler fue condenado a cinco años de
prisión. Tras permanecer en la cárcel algunos meses, fue indultado. Durante ese
lapso, escribió un libro llamado Mi Lucha (Mein Kampf), donde
sintetizó buena parte de sus proyectos políticos, económicos, culturales y
raciales.
En 1925, Hitler creo las S.S, otro grupo
paramilitar destinado a su protección personal. Desde entonces, buscó llegar al
gobierno a través de la violencia política y la participación en las
elecciones.
El ascenso de Hitler
La Gran Depresión de 1930 fue la oportunidad que los
nazis esperaban para obtener el apoyo de las clases medias, los campesinos
arruinados y parte de los obreros desocupados.
Su propaganda nacionalista, sus denuncias del Tratado
de Versalles y su promesa de combatir a los comunistas, hicieron que amplios
sectores de la derecha, el Ejército y la gran burguesía industrial y financiera
se fueran sumando a su proyecto.
En las elecciones de 1930, los nazis lograron 6.409.
000 votos y obtuvieron 107 bancas de diputados en el Parlamento o Reichstag.
Las elecciones de 1932 significaron casi 13.700.000 votos para el Partido
Nacionalsocialista de Hitler, que alcanzó la suma de 230 diputados. Finalmente,
en enero de 1933, el presidente Paul von Hindenburg nombró a Hitler como
canciller de la república de Weimar. Aunque Hitler formaba parte de un gobierno
de coalición, desde el comienzo buscó consolidar un poder totalitario y
eliminar a todos sus opositores políticos. El 27 de febrero de 1933 se produjo
un acontecimiento político importante: el Reichstag fue incendiado y Hitler
culpó falsamente a los comunistas. Aprovechando la conmoción general, suspendió
las libertades individuales y estableció la pena de muerte, prohibió la
libertad de prensa y las reuniones de socialistas y comunistas; la S.A sembró
el pánico y el terror en las calles.
En las elecciones del 5 de marzo de 1933, los nazis
obtuvieron el 43% de los votos, mientras que, en conjunto, los partidos de
izquierda alcanzaron el 30%. Ante esa polarización, el electorado católico
ubicado en el centro se convirtió en atrito de la disputa política y, tras fuertes
presiones, orientó su apoyo a los nazis. Así, Hitler alcanzó los votos
necesarios para obtener plenos poderes y la facultad de dictar leyes sin
necesidad de acudir al Parlamento. En agosto, de 1934, ante el fallecimiento de
Hindenburg, Hitler concentró todo el poder en sus manos: asumió las funciones
de canciller y presidente, y se proclamó Führer del llamado Tercer
Reich de Alemania.
El gobierno nazi
A partir de
1934, Hitler impuso un régimen totalitario. Se disolvieron los partidos
políticos y sindicatos opositores, y todos los ciudadanos debían afiliarse al
partido Nazi, el único autorizado.
Al mismo tiempo, los cargos de la burocracia estatal
pasaron a ser controlados por los nazis, y los poderes locales quedaron
supeditados a un Estado fuerte y centralista. Se crearon juzgados excepcionales
para perseguir a quienes los nazis tildaban como delincuentes políticos. La
fuerza policial fue sustituida, primero, por las SA y, luego, por la Gestapo
o policía secreta. La Gestapo fue destinada a reprimir opositores y controlar a
los ciudadanos. El poder totalitario ya había comenzado a afianzare desde 1933,
cuando se abrieron los primeros campos de concentración donde se encerraban y
torturaban a los opositores al régimen, fundamentalmente, socialistas y comunista.
Hacia 1934, existían casi medio centenar de campos de
concentración en toda Alemania. Ese mismo año, Hitler advirtió que el poder de
la SA dentro del partido había crecido demasiado. Por ello, pese a que lo
habían acompañado desde hacía más de una década en sus luchas por acceder al
poder, ordenó su disolución el 30 de junio de 1934. Además, dispuso el
asesinato de su líder, Ernst Röhm, y de otros 300 jefes de las camisas pardas,
en un suceso que fue conocido como la noche de los cuchillos largos.
Así, para fines de 1934, el Führer concentró en sus
manos todo el poder del partido Nazi y del Estado, que estaban profundamente
unidos.
La nazificación de la sociedad alemana
Con todo el poder político concentrado en sus manos,
Hitler comenzó a nazificar a la sociedad alemana, imponiendo su ideología en
todos los aspectos de la vida cotidiana y en todos los sectores sociales.
Desde el comienzo de su gobierno, buscó la absoluta
unidad ideológica, a partir de un férreo control del pensamiento y la ideología
de la población. Implementó una propaganda masiva sobre todo los sectores
sociales y afirmó por repetición los valores nazis: racismo, antisemitismo,
anticomunismo y nacionalismo. Dedicó especial atención a la nazificación
fanática de los jóvenes, a quienes incluyo en las flamante Juventudes Hitlerianas.
Además, realizaba gigantescas concentraciones de
masas, donde se exhibía toda la parafernalia simbólica del régimen: fotos de
Hitler, cruces esvásticas, banderas nazis, desfiles militares, himnos, cantos,
etc.
Para asegurar lo que definió como la “pureza racial”
de Alemania y la “superioridad aria”, se excluyeron de la sociedad y se
confinaron en instituciones estatales a las personas con discapacidades
mentales y motrices. Además, se implantaron medidas estatales para esterilizar
a los alemanes que portaran enfermedades hereditarias. Al mismo tiempo, se
persiguió a las minorías étnicas (gitanos, eslavos), sexuales (homosexuales) y
religiosas (especialmente a los judíos)-
Las acusaciones hacia los judíos, a quienes culpaban
de todos los males sufridos por Alemania, llegaron a su punto máximo con la
adopción de las Leyes de Nüremberg, en 1935. Estas leyes prohibían a los judíos
el ejercicio de todos los derechos civiles, y buscaban su expulsión del país o su
reclusión en barrios separados, conocidos como guetos.
Los comunistas y socialistas también fueron
perseguidos, torturados, encarcelados en los campos de concentración o,
directamente, asesinados, en forma paralela, el régimen dio fuertes discursos
nacionalistas a la población, con el objetivo de prepararlos para la guerra. En
ellos se alertaba sobre la amenaza del comunismo soviético para la continuidad
de la nación alemana.
La política expansionista
Al mismo tiempo
que afianzaba su poder político, Hitler reorientó la economía para volver a
ubicar a Alemania entre las grandes potencias y preparar al país para otra
guerra. Desde el Estado, se promovió la industria siderúrgica, química, minera
y, sobre todo, armamentística.
En 1936, estableció su Plan quinquenal, mediante el
cual buscó el autoabastecimiento de Alemania, fijó precios y salarios, e
incrementó el gasto público en obras para dar trabajo a los desocupados por la
Gran Depresión.
Hacia 1939, la economía alemana ya se encontraba entre
las cinco más grandes del mundo. Sin embargo, aunque bajo la desocupación, los
trabajadores no podían hacer huelgas al régimen, su jornada laboral se habían
alargado a diez horas y los derechos sindicales estaban prohibidos. En ese
marco, los más beneficiados fueron los grandes terratenientes y la banca
financiera. Pero cuanto más crecía la industria pesada, mayor era la necesidad
de materia prima e insumos, como petróleo, caucho, etc. Por ello, Alemania
comenzó una activa política expansionista que busca anexar lo que Hitler
definía como espacio vital. En 1933, Alemania había abandonado la Sociedad
de Naciones y comenzó a rearmarse; en 1936, en violación del Tratado de
Versalles, el ejército alemán ocupó la zona desmilitarizada de Renania. En ese
mismo año, firmó con Mussolini el pacto conocido como Eje Roma-Berlín, apoyó el golpe
militar de Franco con la república española y acordó una alianza anticomunista
con Japón.
En 1938, anexó Austria con el argumento de que formaba
parte de la Gran Alemania. Hitler también reclamó la región de los Sudetes, que
había sido adjudicada a Checoslovaquia después de la Gran Guerra. Ante esta situación,
los representantes de Gran Bretaña, Francia, Italia y Alemania se reunieron el
30 de setiembre de 1938 en Munich, donde se otorgó esa región a Hitler a cambio
de finalizar su política expansionista y respetar el resto del territorio de
Checoslovaquia. Sin embargo, en marzo de 1939 el Führer ordenó invadir ese país
e incorporarlo al Reich, mientras que, en abril, consiguió que Hungría y
Rumania también se aliaran al Eje. Las potencias capitalistas occidentales y la
Rusia comunista decidieron no hacer nada por detener la cada vez más agresiva
política exterior de Hitler.
EL INTEGRISMO CATÓLICO EN LA PENÍNSULA IBÉRICA
En España, también creció el temor al comunismo, a
partir del triunfo de la Revolución Rusa en 1917. Por ello, el rey y el
Ejército comenzaron a intervenir más activamente en política. En 1923, influido
por el movimiento fascista en Italia, el general Miguel Primo de Rivera dio un
golpe de Estado e instaló una dictadura. Al año siguiente, fundó el Partido
Unión Patriótica para legitimar su régimen y promovió la conformación de
corporaciones con el objetivo de sustituir a los partidos políticos
tradicionales.
En oposición al gobierno dictatorial, se aglutino una
oposición muy heterogénea, integrada por partidarios del sistema republicanos,
elites intelectuales, estudiantes universitarios y obreros. Debido a las
presiones de estos grupos políticos, el rey y el Ejército quitaron su apoyo a
la dictadura, y el gobierno tuvo que convocar a elecciones en 1931. Los
republicanos se unieron con los socialistas en frente político común. Juntos,
fundaron un “Comité Revolucionario” que intimó al rey Alfonso XIII a abandonar
España. En mayo de 1931, la coalición republicana-socialista triunfó en las
elecciones y proclamó la llamada Segunda República. El nuevo gobierno
promovió medida de cambio estructural (separación Iglesia-Estado), sancionó una
nueva Constitución laica, expropió tierras de grandes terratenientes y la
repartió entre los campesinos, y apoyó las huelgas obreras en las fábricas. Por
su parte, los partidarios de la monarquía, la Iglesia, el Ejército y los
conservadores católicos se aglutinaron en la oposición.
En las elecciones de febrero de 1936 triunfó el Frente
Popular, integrado por la izquierda republicana, los socialistas y los
comunistas, lo cual agudizó la polarización de la sociedad española, y
profundizó el clima de agitación social y violencia política. Los militares
intentaron realizar un golpe de Estado, frustrado por el gobierno que, además,
condenó al general Francisco Franco al exilio, por considerar que había formado
parte del grupo golpista. A mediados de julio de 1936, el general Franco se
sublevó con apoyo de las clases propietarias, la Iglesia y los grupos
monárquicos. Sus objetivos declarados eran defender a la Nación, la propiedad
privada, la familia y la religión, de lo que consideraba un peligroso gobierno
comunista. Sin embargo, la sublevación no tuvo éxito inmediato y se inició una
cruenta guerra civil entre las fuerzas nacionalistas, lideradas por Franco y
las fuerzas republicanas.
Durante la década de 1930, también se instaló un
gobierno dictatorial en Portugal, país limitro de a España. En 1932, Antonio de
Oliveira Salazar asumió como primer ministro de ese país y, al año siguiente,
impulsó una nueva Constitución. Así, surgió el llamado Estado Novo, un régimen
nacionalista, integrista católico y corporativo, semejante al desarrollado por
Mussolini en Italia. Una de sus principales preocupaciones era que los sucesos
de la Guerra Civil Española no afectasen a Portugal. Así, Salazar incrementó la
censura y la acción de la policía sobre opositores, y ayuda a Franco mediante
la deportación de republicanos que fugaban hacia Portugal y, en menor medida,
con el aporte de combatientes y armamentos.
La Guerra Civil Española y el triunfo del franquismo
Para frenar la sublevación del general Franco y sus
tropas, el gobernó organizó una fuerza armada con el apoyo de los sindicatos
obreros, los salariados agrícolas, los autonomistas vascos y catalanes, y las
milicias populares. Sin embargo, lo sublevados recibieron la asistencia militar
de Alemania e Italia, ya que Hitler y Mussolini estaban muy interesados en derrotar
al gobierno de izquierda en España y, al mismo tiempo, utilizar en su provecho
el escenario de guerra como lugar para probar nuevas armas y estrategias
militares. De hecho, en abril de 1937, la fuerza aérea alemana, conocida como
la Legión Cóndor, bombardeo la ciudad de Guernica y provocó una gran cantidad
de muertos entre la población civil.
El gobierno republicano, en cambio, no recibió ningún
apoyo de los países occidentales, aunque sí logró, mediantes fuertes
estrategias de propaganda, la conformación de Brigadas Internaciones, compuesta
por civiles de diferentes nacionalidades dispuestos a tomar las armas para
combatir al fascismo y defender al gobierno.
Pese a la resistencia de las milicias republicanas, a
comienzo de 1939, la situación bélica era favorable a los golpistas, quienes
tomaron el poder tras conquista Madrid. Desde entonces, España fue gobernada
por una dictadura militar encabeza por el general Franco, hasta su muerte en
1975.
EL COMUNISMO SOVIÉTICO
En 1922, quedó formalmente constituida la Unión
de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), que integró a la antigua
Rusia con las regiones que habían pertenecido al imperio zarista.
Desde 1921, a medida que se iba consolidando la
revolución y finalizada la guerra civil, el gobierno tomó una serie de
decisiones económicas que fueron modificando la etapa de “comunismo de guerra”,
como se denominó a la política económica implementada por los bolcheviques a
partir de 1917. De este modo, se inauguró la siguiente etapa, conocida como Nueva
Política Económica (NEP).
La Nueva Política económica
La NEP
consistió en la organización de una economía mixta, en la que, por un lado, se
mantenía la estatización de las grandes industrias urbanas y por otro lado, se
permitía la actividad privada en el sector agrícola, el comercio y la pequeña
producción, manufacturera. Además, se dispuso la confiscación forzosa de los
excedentes de producción de los campesinos y terratenientes propietarios, lo
que generó fuertes revueltas agrarias.
Con el objetivo de obtener financiación, el gobierno
fijó un tributo en especie y autorizó a vender el excedente agrícola en el
mercado local. Pero, en la práctica, esa medida fue imposible de aplicar, ya
que los mercados potenciales para los excedentes estaban fuera de las comunidades
campesinas. Así, se tornaba casi inevitable legalizar el comercio privado de
los intermediados.
A partir de 1922, creció la producción agrícola,
aunque la política gubernamental generó resistencias entre los productores
privados rurales, llamados Kulaks. Estos productores
especulaban con el incremento de los precios, ya que ocultaban parte de su
producción agrícola hasta que subiesen los valores de los alimentos. Aunque el
gobierno promovía la organización de cooperativas agrarias, el alza de precios
impulsó la rápida estratificación social en el campo, pues los kulaks
invirtieron sus ingresos excedentes en tierras y riquezas.
Mientras tanto, en el sector urbano-industrial, el
gobierno estatizó los bancos, el comercio exterior y la gran industria.
Diversos factores, como la centralización jerárquica de la economía, una
administración burocrática y confusa, los altísimos costos fijos de los insumos
industriales y la dificultad del transporte por la falta de repuesto
promovieron la crisis de este sector. En ese complicado escenario, el gobierno
decidió liberar el precio de las manufacturas e incrementar los impuestos. De
ese modo, comenzó un proceso inflacionario en el que los salarios reales
aumentaron más lentamente que los precios. Además, el gran aumento de los
precios industriales respecto de las agrícolas, generó una nueva crisis
conocida como “crisis de la tijera de precios”.
La repuesta a la crisis
La reacción del gobierno ante la crisis fue muy
enérgica, aunque Lenin atravesaba un delicado estado de salud. Se dispuso el
control de los precios de las manufacturas, se implantó una moneda estable, se
obligó a los kulaks a vender sus stocks a fin de bajar los precios de los
alimentos, y se dispuso la importación a gran escala de tecnología y maquinaria
occidental pata incrementar la producción manufacturera y agrícola.
Bajo el lema “mecanización y cooperativismo”, Lenin
dispuso una planificación estratégica de la economía en función a la
necesidades del estado y, sobre todo, buscó incorporar compulsivamente a los
campesinos propietarios al socialismo. A partir de entonces, la burocracia
estatal asigno capitales a los diferentes sectores de la economía, llevo las
cuentas públicas, nombró a los funcionarios responsables en cada área,
planificó la producción, pagó los salarios y vendió el producto por medio de la
estructura administrativa. En las industrias consideradas claves (petróleo,
química armamento), se buscó maximizar la organización estatal. Por su parte,
las industrias de bienes de consumo (alimentos, textiles) perdieron importancia
ante la concentración de los esfuerzos estatales en la industria pesada. En
forma paralela, la NEP impulsó una gran legislación social, que estableció la
jornada de trabajo de ocho horas, quince días de vacaciones pagas para todos
los trabajadores, salud y educación gratuita financiada por el Estado, y un
sistema de seguridad social que tendía a proteger a los ciudadanos.
Desde 1925, la NEP comenzó a montar sus resultados y
se verificó un sostenido crecimiento económico en toda la Unión Soviética.
El ascenso de Stalin
Durante los últimos años de vida de Lenin, dos
corrientes internas dentro del Partido Comunista se disputaron su sucesión.
La línea liderada por León Trotsky promovía la
expansión de la revolución fuera de la URSS, mientras que la corriente de Josef
Stalin impulsaba el “socialismo en un solo país”, es decir, la consolidación
profunda del comunismo en la URSS.
Luego de la muerte de Lenin, en 1924, los estalinistas
ganaron la puja interna del partido. Desde 1927, Stalin comenzó a acaparar el
poder político y desarrolló un gobierno totalitario. En el aspecto económico,
impulsó el crecimiento de Unión Soviética por medio de medidas drásticas,
efectivas y rápidas, como los planes quinquenales que promovían la
industrialización forzada. Para ello, concentro todo el empuje estatal en la
acumulación de riquezas, para lo cual se apropió de los recursos del sector
rural a partir de la colectivización forzada de los campesinos. De ese modo,
para 1937, el 93% de la población rusa estaba integrada n este sistema
colectivo de trabajo.
Un gobierno totalitario
La colectivización arruinó a los kulaks que, si bien
buscaron enfrentar al gobierno mediante la quema de sus propias cosechas y la
matanza de sus ganados, no lograron sobrevivir a la presión de medidas como la
expropiación de sus tierras y productos, o la obligación de trabajar en las fábricas
de las ciudades o los campos de trabajo (gulag) en Siberia.
Stalin también dispuso el control de precios y
salarios, y la imposición de tasas e impuestos, con el fin de contraer el
consumo interno en el sector rural e interponerse entre los productores y los
consumidores urbanos. El efecto de esta política fue la hambruna generalizada
en el campo, por la cual se calcula que murieron entre 3 y 4 millones de
personas.
La transferencia estatal de la riqueza producida en el
sector rural hacia las ciudades promovió también el desarrollo de las Fuerzas
Armadas, la educación, la ciencia y la tecnología, y la salud pública.
De ese modo, con un alto costo en vidas humanas y la
eliminación de los kulaks como clase social, hacia 1939, la Unión Soviética se
había convertido en una gran potencia económica, donde proliferaban las
industrias pesadas, los hospitales y las universidades, sobre todo en las
ciudades de Moscú, Leningrado y Stalingrado.
Entre los años 1937 y 1939, Stalin buscó consolidar su
poder totalitario y eliminar a sus opositores dentro del partido y las Fuerzas
Armadas, con una ferocidad y crueldad implacable. Además, expulsó a una gran
cantidad de miembros del Ejército y
antiguos camaradas de la revolución, baja la acusación de traición. De ese
modo, la mayoría de los generales y coroneles fueron detenidos y enviados a los
gulag, donde morían a causa de las terribles condiciones climáticas y las
pésimas condiciones de trabajo.
El principal rival de Stalin, León Trotsky, había sido
deportado en 1929 desde la URSS por sus creencias y enérgicas críticas hacia el
régimen. Trotsky viajo por varios países, hasta que se instaló en México, cuyo
gobierno le otorgó asilo político. Allí, encontró el apoyo de importantes
artistas e intelectuales mexicanos, como Diego Rivera y Frida Khalo. No
obstante, el estalinismo soviético continúo persiguiéndolo y fue así como, en
1940, Trotsky fue asesinado en su casa del barrio mexicano de Coyoacán.
La política de apaciguamiento
Hacia finales
de la década de 1930, el escenario internacional se tambaleaba por la agresiva
política expansionista de Mussolini y Hitler. Sin embargo, la URSS se encontraba
en una posición débil por las purgas en el ejército y Stalin sospechaba de las
potencias capitalistas occidentales que habían apoyado al ejército
contrarrevolucionario durante la guerra civil que se extendió entre 1918 y
1921. Aunque la Unión Soviética y Alemania eran ideológicamente opuesta, y los
nazis sostenían una política anticomunista, Stalin era consiente que no podía
enfrentar a Hitler en una guerra abierta. El ejército había sido diezmado y el
desarrollo industrial, si bien había convertido a la URSS en la tercera
potencia mundial, todavía no había alcanzado su potencial. Por ello, entre 1939
y 1940, Stalin promovió una política de apaciguamiento y negociación
diplomática secreta con los nazis, que buscaba ganar tiempo para seguir el
fortaleciéndose y preparar sus ejércitos para la inminente guerra.
Bibliografía: 4 Es, Historia, El periodo de
entre guerras; Ed. Estrada, 2011.
No hay comentarios:
Publicar un comentario