domingo, 30 de septiembre de 2018

CHARLA SOBRE TBC EN LA ETARS


FAMILIA:
El Lunes 1º de Octubre, a las 9 horas, se realizará una charla sobre características y prevención de la Tuberculosis.

La misma estará a cargo del Dr. Diego Torino de la Secretaría de Salud de Ensenada.

El acto se realizará en el salón de eventos del Capacitación del Astillero Río Santiago y está abierto a toda la Comunidad Educativa

sábado, 29 de septiembre de 2018

ETARS en Mar del Plata: LLEGARON BIEN

 Pese a encontrar a lo largo de la ruta señales de los estragos que produjo la tormenta, nuestro equipo en los Juegos Bonarenses llegaron bien a Mar del Plata. 
 Se encuentran motivados y tranquilos. FUERZA,CHICOS!!! 

viernes, 28 de septiembre de 2018

ALUMNOS ETARS COMPITEN EN MAR DEL PLATA


Nicolás RODRÍGUEZ DE SIMONE, Kevin BARNASTHPOL, Benjamín GARCÍA CÓCERES, Nicolás LLAMAZARES, Agustín GARCÍA CÓCERES y Manuel Antu FERRARIS, alumnos de la Escuela Secundaria “Astillero Río Santiago” participarán de la Competencia Final de los Juegos Bonaerenses en la categoría Deportes Electrónicos.

Los alumnos llegan a esta instancia, que se desarrollará en la ciudad de Mar del Plata desde el 29 de septiembre al 3 de octubre, tras superar competencias municipales y regionales.
Los Juegos Bonaerenses son la principal y más importante competencia deportiva de la Provincia de Buenos Aires. Constituye un programa de fortalecimiento del deporte formativo, la educación física y la cultura de Buenos Aires que reúnen a participantes de los 135 municipios, divididos en las categorías juveniles, adultos mayores y personas con discapacidad.
Dentro de lo más destacado para el 2018, precisamente se resalta la incorporación de esta nueva disciplina (Clash Royale) para la categoría de Deportes Electrónicos, luego de la experiencia implementada en 2017 con League of Legends y FIFA.
Acompañará a la Delegación el profesor Laureano Garbet


¡SUERTE, CHICOS!

lunes, 10 de septiembre de 2018

EL PICAHIELOS


Un relato de Francisco De Aguirre (alumno de la ETARS)

Bueno, luego de mucho tiempo, me decidí a hacer esto de una vez. No podía seguir mi vida ni un día más si me lo guardaba, necesitaba contarlo. Pedí un taxi, me subí y le indiqué la dirección. Respondí evasivamente a las preguntas del tachero, le pagué y me bajé sin esperar el vuelto Golpeé la puerta y por suerte estaba vacío. Me senté en el sillón y sin siquiera presentaciones, comencé.


En 1982, yo recién terminaba 1a secundaria, una tecnicatura electromecánica. Fui uno de los 33 que se embarcaron por primera vez. Era un imponente buque de unos 215 metros de eslora, petrolero, mitad rojo, mitad negro; unos 20, 18 metros de puntal, con una altísima torre petrolera en la proa. Me llevé nada más que mis casetes de música, un reproductor que me había regalado mi padre, ropa, papel, lápiz, y un bolsito con jabón y esas cosas.

Mi amigo Juanpa y yo éramos los más jóvenes, con 19 años. Cuando me subí por primera vez, noté un aura sombría, sentía que las sombras se acentuaban en las esquinas, y me perdía a1 doblarlas. Al principio nos dirigimos hacia Venezuela. Todos los días mi tarea consistía en realizar el mantenimiento del buque. Recorría yo solo todo el barco en busca de problemas técnicos. Al final del día nos reuníamos para cenar y luego cada uno para su camarote. Mi compañero era un hombre de unos 50 años, de nombre Marcelo, el encargado de 1a sala de máquinas. Todo iba bien, días fríos, un largo viaje, hasta que llegó ese día. No pude almorzar, tampoco tomé ni un mate en todo el día, solo, en la hora de la cena comí un pedazo de pan, mucho menos pude dormir, me acosté y me puse a escuchar The Beatles: Luego de dos horas de reproducir todos mis casetes, salí sigilosamente de la habitación Recorrí la cubierta principal, sin encontrar a nadie, se me ocurrió ir hacia el puente. Cuando llegué quedé anonadado: toda la tripulación se encontraba mirando hacia el horizonte, 1a mitad comentando entre ellos, la otra mitad con la mandíbula caída, atónitos. El único que advirtió mi llegada fue el capitán, volteando la cabeza. Advertí que todos estaban descalzos. Continuamos avanzando. Cuando pasamos por al lado de una boya que titilaba, se me nubló la vista, y escuché ruidos que venían de la cubierta principal. Luego solo recuerdo fragmentos; una figura oscura que sube las escaleras, arrastrando una cadena, y produciendo un chirrido, luego un forcejeo entre la figura, que era un hombre, y varios tripulantes, mientras otros tantos miraban sin hacer nada, luego los que peleaban estaban tirados en el suelo y el extraño se llevaba a uno arrastrándolo, y hasta ahí recuerdo. 

Eso fue solo e1 principio. Al otro día esperé algún tipo de revuelo en el desayuno, pero nadie dijo nada, y me di cuenta de que el hombre que había sido "abducido" por la figura era Marcelo, entonces fui a buscarlo, pero cuando lo saludé 1o noté vacío, con la mirada perdida, y sus palabras daban a entender que no recordaba nada. Decidí hablar con Juanpa, pero él siguió de largo toda la noche. Supuse que sería un mal sueño, producto del hambre y de la repetición musical (Debo haber escuchado Please Please Me unas 25 veces). 

En los días seguideros pasaron cosas raras, como que fui conociendo y ganando  confianza con la tripulación, pero tiempo más tarde las charlas iban perdiendo sentido, ya no había risas. Sergio, el que se encarga de la limpieza, un hombre alto, gruñón, protestaba por cualquier cosa y se enojaba cuando pisabas e1 suelo recién barrido, ya no se hacía notar, sino que apenas hacia sus tareas y se encerraba  en su camarote. Con el paso del tiempo fui relacionándome cada vez menos, Si entablaba alguna conversación era solo pura cortesía, todo se redujo a hacer mis tareas y tomarme unos mates y jugar unas manos de truco con Juanpa.

Hasta que decidí investigar un poco. Una noche me acerqué Marcelo, observé su rostro, y note una cicatriz en la ceja derecha, pero justo en ese memento se corté la luz por un rato, entonces decidí volver a la cama. Esperé hasta la siguiente noche y salí a la cubierta principal fui al muelle; para mi sorpresa, e1 capitán estaba desplomado sobre el timón, decidí dejarlo ahí, pero cuando me di vuelta escuché de nuevo ese chirrido, y me desmayé.

Me desperté en una camilla, amarrado a ella, en un consultorio. Frente a mí estaba aquel hombre, con un martillo y un picahielos, se acercaba hacia mí, a mi lado había un tripulante que no llegué a reconocer. En ese momento sonó la bocina del buque, habíamos llegado a puerto. E1 hombre rápidamente se cambió de ropa, y se fue, dejándonos encerrados. Logré escapar por la ventana, pero no pude sacar a1 otro tipo. Rápidamente bajé y busqué a Juanpa, pero cuando lo encontré no era el mismo; la mirada perdida, con una sonrisa cansada y una expresión calmada, estaba igual que los demás.

Corrí hacia el barco, junté mis cosas y me fui. Cuando conseguí un hotel lo primero que hice fue ir hacia la biblioteca municipal e investigué los síntomas de mi tripulación en varios libros acerca de psiquiatría y medicina. Todo indicaba que podrían haber sido víctimas de una lobotomía, un proceso quirúrgico en el que se cortan algunas conexiones cerebrales, que anulan completamente 1a personalidad y que "curan“ enfermedades mentales, pero lo raro es que en mi tripulación no hay ningún enfermo mental, ni tampoco ningún cirujano...

FIN.